martes, 2 de diciembre de 2014

la mente y sus placeres


Mirar atrás y recordar esas charlas fascinantes que duraban toda una noche y parecía quedar mucho mas por hablar; esa sensación de placer inmenso, que no llega a ser sexual pero que inunda de emoción el pecho, es como cuando se ve pasar a la persona que a uno le gusta, quizá menos intenso, pero más duradero. Encontrar a alguien así capaz de despertar tan profundas sensaciones, se complica cada vez más con el tiempo, llega la resignación y se deja de buscar el placer intelectual y sólo queda conformarse con el físico.

No obstante, hay pequeños instantes en los que se logra vislumbrar en uno u otro individuo algo de aquello que tanto se ha deseado, se goza, se disfruta al pensar que quiza pueden volver a llegar placeres tan intensos para la mente, pero es sólo la ilusión; poco a poco se van evaporando.

El corazón desesperado busca aferrarse a lo que sea, a espejismos o migajas; empieza a fantasear, hace del otro un súper héroe con la loca ilusión de que realmente lo sea; no importa si es verdadero o falso, es el deseo de volver a vivir lo que otros antes le proporcionaron, aquel placer intelectual que se resume en un orgasmo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario